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Una mujer que dejó todo por formar una familia, llora en silencio mientras cocina la cena, es consciente de la razón por la que él tarda. Todavía le punzan en su mente las palabras de su madre: ¡Una tiene que sacrificarse por la familia! Son cosas que pasan. ¡Vos tranquila! Gira y ve a su nena de dos años que la mira maravillada, como si contemplara la cosa más bella del mundo. ¡Todo está bien, se dice así misma, es algo pasajero! Su alma ha quedado hipotecada…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

Nadie, parece notar que, mientras ella llora desconsolada en el recreo porque sus amiguitos le gritan gorda, no encuentra otro consuelo más que el alfajor que se devora tratando de que su dulzura aplaque un poco su vacío. Más tarde correrá desesperada al baño para deshacerse del sabor amargo que le da la culpa. Modificarse a sí misma parece ser la única forma de ser aceptada. Su alma se ha enfermado…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

Un cachetazo le da vuelta la cara, a esa nena de trece años que le contó a su mamá que su novio trató de tocarla. ¡No podés verme feliz! ¡Es eso lo que te pasa! ¡Sos igualita a tu padre! Llora mientras arma, esa noche, un bolsito chiquito con alguna de sus cosas. ¡Tiene razón, es mejor que me vaya! Su alma se ha vuelto desconfiada…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

Va caminando al trabajo, salió de casa tan apurada que no tuvo tiempo de terminar de arreglarse, está despeinada. Aun así el hombre que está parado junto a ella en el tren, no deja de mirarla. Sus ojos la incomodan, pero él no siente vergüenza y ella se tapa. Al bajar, siente como una mano extraña le aprieta el glúteo con ganas. Su corazón se estremece, apura el paso asustada y trata de perderse entre la gente. ¿Por qué me puse este jean que me queda tan ajustado? Se reprocha en el baño de la oficina mientras se lava con fuerza la cara para olvidarse de aquellos ojos que no dejan de torturarla. Su alma fue lacerada…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

¿Quiere hacer la denuncia? Le pregunta un policía a la mujer que tiene toda la cara hinchada. Ella duda, mira hacia todos lados y se limpia con un pañuelo sus lágrimas de terror ensangrentadas. ¡Si lo denuncio me mata! Piensa y el miedo inmenso le da nauseas. Mejor no, contesta. Y se marcha. Su alma está desamparada…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

¿Por qué no me quedé en mi casa? Piensa mientras la desgarra el dolor de saber que no tiene fuerzas para sacarse de encima a ese hombre que le arranca la ropa para violarla. Está sólo a tres cuadras del lugar a donde fue a bailar como cada semana.

Su mente se desdobla pensando en la esperanza de volver a ver a su hermana. Su alma fue despedazada…

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

Siente el frio del cuchillo que cala la piel de su espalda, ya casi no hay dolor físico, ya no le molesta el olor a tierra mojada. Eran las tres de la tarde y nadie vio nada, piensa mientras se destruye su ilusión de ser rescatada. Ninguno tuvo piedad, perdió la cuenta de cuantos fueron los que abusaron de ella, y los pensamientos se le nublan cuando recuerda una de las caras… ¡Pero si lo tratábamos como si fuera de la casa! Es lo último que piensa. Después todo se apaga. Su alma ha sido asesinada.

En ese momento una estrella en el cielo se apaga.

¡El cielo se nos está poniendo demasiado negro y no estamos haciendo nada…!